lunes, 5 de septiembre de 2011

"GIN MA PE LARE LARE” O DE CÓMO LO IMPOSIBLE ES POSIBLE.

Todavía me sigue sorprendiendo la importancia de los árboles en la cultura africana, punto de reunión de ancianos, iniciados e incluso todos los miembros de la comunidad. Sombra generosa esta, la del “árbol de la palabra”. Sin prisa la palabra va, viene, se escucha, se recibe, se da, se comparte. Sombra bajo la que se discuten los problemas de la aldea, lo que realmente importa, resolviendo conflictos, celebrando nacimientos, matrimonios, o simples regresos de los miembros exiliados. Este árbol es el corazón de la aldea, donde la palabra teje y reconstruye la vida social. En definitiva, centro de convivencia.
Y es exactamente bajo un árbol donde quiero comenzar mi relato, mientras compartía sombra, banana y conversación con uno de estos ancianos anónimos que pueblan el mercado de Kitgum. Tras un breve saludo -“Copango?”, “Copé”- y una invitación a comer un plátano a medias, que aquí la fruta es cara, este anciano, anónimo por siempre para mi, me invitó a la conversación que, lógicamente ha de fluir bajo un árbol:
-“¿De dónde eres, muchacho?”.
- “De España, en Europa. Un poco lejos de Kitgum, me temo”.
-“¿Lejos? Yo no sé mucho de distancias, sólo se que al Este, muy al Este, está el Oeste”.
En la tradición oral africana, la palabra lo es todo: crea, destruye, fortalece, debilita. Como toda realidad humana, es ambivalente. Hay que saber hablar y saber callar, porque a la persona se la atrapa por la palabra. Desde luego, este anciano me ha atrapado por completo.
Aun así, aquí sigo. Y una vez más me quedé solo en el cole (y por tanto, al cargo) ya que Zach se fue el lunes a Kampala y Teddy estaba en un curso de formación. Llevo toda la semana firmando contratos de los profes y los interpretes, cosa que no habia hecho en mi vida, y ya tengo mi primer despido a mis espaldas. Pero empecemos por el principio:
El viernes, tras una dura semana, Zach me preguntó que si quería acompañarle a un cumpleaños al que estaba invitado -de David, el responsable de Oxfam en Kitgum-. Dado que aqui, despues de las 7 de la tarde hay poco que hacer, accedí a acompañarle. Sabía que sería en un hotel regentado por unos sudafricanos y que iría mas gente de otras organizaciones, pero cuando llegué ahí flipé. Resulta que en vez de un cumpleaños -que lo era- aquello pintaba más como una fiesta de "munus" -blancos-. No se sí alguno ha visto la peli "El último rey de escocia", pero me recordaba demasiado a las extravagantes fiestas que se marca Idi Amin (grande Forest Witaker en este papel). No me gustaba el ambiente, en plan elitista. Parecía como si la gente quisiese competir por ver quien era el "rey de Kitgum". Me explico, era muy divertido ver como se preguntaban cuanto tiempo llevaban trabajando aqui y presumiendo de lo que hacen; cómo si ellos fuesen los importantes. Más importantes que los proyectos en los que trabajaban o incluso que los propios beneficiarios (no se ellos, peor si hay algo que tengo bien presente todos los dias es que yo estoy aquí para, por y con estos chavales). De todas formas, ya se sabe de la tendencia de muchas personas a personificar proyectos, asumir los éxitos como propios y a diluir los fracasos entre el conjunto equipo-contexto. En cualquier caso, no dudo de la labor de estas personas, ya que su trabajo es muy necesario y muy bueno (no olvidar que son profesionales que están aquí voluntariamente).
Por otra parte, el martes fue uno de los peores dias, no sé si atreverme a decir de mi vida. ¿Os acordais de Vincent, el chaval de la silla de ruedas? Bien, resulta que desde el sábado llevaba malo del estomago, los dos chavales -de los mayores- que habíamos acordado para que se hicieran cargo de él (por supuesto, por una pequeña remuneración económica semanal) no cumplían con su labor. El domingo por la noche volví a ver a Vincent desnudo y eso que le dimos parte de nuestra ropa -de Zach y mia-. Empecé a preguntar que si la ropa se estaba secando (como se hace pis y caca encima, puede ocurrir que no cuente con mas mudas). Lo peor de preguntar es que obtienes respuestas. Me enteré de que no sólo le habían robado la ropa, si no que llevaban 4 dias sin lavarle y las últimas dos noches le habían dejado durmiendo en la silla de ruedas en vez de meterlo en la cama. 
El lunes, y tras haber pasado una noche fatal pensando en los hechos que habian ocurrido, ví la gota que colmó el vaso. El hombre al que Teddy paga por encargarse de trabajar con Vincent decidió aparecer (Oh, milagro). Y una vez más, en vez de tener paciencia, dado que es un niño con una discapacidad fisica y mental, volvió a desahogarse con una de sus palizas. Afortunadamente lo ví (el hijo de puta se solía esconder para que no le pudiesemos ver). Lo paré y le dije que ni se dignase a volver más por la escuela ni pensase que le ibamos a pagar nada. Se que fue una decisión precipitada -a fin de cuentas yo no soy quien para despedir a nadie, solo soy un voluntario que trabaja aqui- pero me dejé llevar por la rabia y la impotencia. Al momento llamé a Zach para comunicarselo. Me dijo que habia hecho lo correcto, pero que Vincent no podía seguir en la escuela, que no podíamos hacernos cargo de él. Me sugirío que preguntase en el otro centro para niños discapacitados de Kitgum (mucho más adecuado a la problematica de Vincent). Me dijeron que sin problemas, que lo llevasé al dia siguiente.
La noche del lunes fue  una de las mas largas que yo recuerde. No pude pegar ojo pensando en que al dia siguiente tendría que despedirme de Vincent. Es increible el ver como en tan solo 20 dias le puedes coger tanto cariño a alguien. ¿Os acordais de las campañas de verano de "No le abandones. Él nunca lo haría"? Pues me sentí igual. Era como si el problema fuese demasiado grande para nosotros y nos limitasemos a escurrir el bulto.
Lo mas duro fue ver como, a la mañana siguiente, Vincent me recibía con una sonrisa de oreja a oreja porque sabía que la ropa que llevaba era para él. Lo malo es que no sabía el por qué se la llevaba.
Lo demás es historia. Pasé los peores 5 kilometros de mi vida empujando la silla de ruedas desde el cole hasta su "nueva casa". No por el esfuerzo físico o el calor...
Es verdad que ahi estará mejor, los niños son mas pequeños, menos hostiles y le dieron una calida bienvenida. El centro está mejor preparado y tendrá a personal cualificado a su disposición. Aquí tanto Obowa -lo más parecido a un amigo, que se pasaba las horas empujando su silla- como Zach y yo le echaremos mucho de menos.
Y al fin hoy han empezado las clases y creo que el Karma ha jugado otra de sus cartas. Tras todo lo ocurrido esta última semana, nos ha devuelto el golpe en forma de un niño de 7 años, sordo, procedente de Padder (cerca de donde Vincent es). ¿Os podeis imaginar su nombre?. ¡Efectivamente!. ¡Vincent!. Una vez más (y llevo toda la mañana riéndome de esto) sólo cabe decir “Palare kakare”.

lunes, 15 de agosto de 2011

PRIMERAS IMPRESIONES.


Primera semana en Uganda y al fin me digno a escribir algo (la falta de tiempo también ha tenido algo que ver). Y como toda primera vez –aunque esta sea mi “segunda primera vez”- un montón de sensaciones se agolpan para darte una cálida bienvenida a base de bofetadas.
La primera, como siempre, Kampala. Ciudad caos donde todo cabe, todo se compra, todo se vende y todo se recupera en una vorágine que se retroalimenta cada dia y en la que lo único que se desecha es la vida de las personas. (Estoy seguro que aquí puede uno comprarse los mismos zapatos tres veces, en tres sitios distintos y luciendo cadavez mas nuevos).
Es increíble ver como a las 5 de la mañana la gente comienza a preparar sus puestecillos –la mayoría habran recogido a las 12 de esa misma noche- sin reparar, si quiera, en la pelea que mantienen dos niños de apenas seis años por poder arroparse con un trozo de cartón.
El problema de Kampala reside en que, mientras que nosotros, los países ricos les occidentalizamos por ojos y oídos, África se encarga de darles bien por el culo. Aquí lo único que vale es el dinero que tienes.
ARUA/ EDIOFE/ YUMBE O EL RETORNO A CASA.
Es increíble ver como cambia todo –y no me refiero sólo al paisaje- a medida que dejas atrás la ciudad. La vida empieza a armonizar con el entorno, aparecen chozas –io- a uno y otro lado de la carretera, en el medio de la sabana… Supongo que volver al norte ha supuesto para mi un alivio, pese a sufrir 12 horas de camino en el Gaaga bus (“Gaaga” es “cuervo” en lugbara, y el nombre le viene que ni pintado al autobús), tras pistas de arena impracticables por las lluvias. Aun me sigo preguntando por qué, si es un autobús nocturno el conductor se empeña en poner la música a todo volumen.
El ver Arua me alegra el corazón; regresar a Ediofe aporta paz de espíritu. Brother Galdino y Father Viaggio hacen que todo sea sencillo, que la cosa fluya, Hacen de cada encuentro un momento mágico. Bro. Galdino transpira inocencia y comprensión. Father Viaggiose acerca a algo parecido a la sabiduría quizás mas espiritual que racional. Ambos comparten la sencillez de la felicidad. En cualquier caso, siempre es agradable mantener una conversación con ellos, aunque sea acerca de la reproducción de las termitas (y sus numerosas aplicaciones culinarias).
Yumbe es otro mundo, Yumbe es plenitud. Merece la pena recorrer 80 km-en tres horas y media- en una pick-up repleta de gente y bartulos, mientras te empapas bajo una lluvia que parece que nunca va a acabar, para llegar a la granja. Bro. Aloysius se relaja y es cuando mejor trabaja.
El hecho de ver todo verde y frondoso –no como hace dos años- y como esta gente ha trabajado duro para conseguir lo que tienen hacen que me sienta orgulloso de conocerles, no sé por qué.
Aquí es donde más he notado la falta de Pablo; me sentía raro al abrir la puerta de su habitación -en la que siguen las cosas que nos olvidamos la ultima vez- y no verle. Lo que más sensación de vacío me produjo fue el subir al coche y no ver a Mohammed, Yabba (“Yabba” significa “viejo” en lugbara) esperando con una sonrisa, con mas ilusión que dientes, un: “Yabba, mi ngone?”. Lo más curioso es que la vieja cinta de música congoleña que tanto le gustaba, que tanto oímos, cantamos y disfrutamos al principioy tanto sufrimos al final, sigue en el radiocasete, sonando una y otra vez. Y es que hace tiempo se quedoatascada yno hay manera de sacarla.
YUMBE-KAMPALA O PREPARANDO KITGUM.
A medida que nos acercamos a Kampala  Bro. Aloysius se vuelve mas serio, mas callado hasta llegar a un punto en el que apenas habla, se limita a contestar con un sonido. Yo también me callo. Estoy convencido de que Kampala es un ente que te absorbe la energía de tal forma que solo eres capaz de vagabundear por las calles arrastrando los pies.
Pese a todo, el mercado no deja de ser un mundo fascinante. Es la vida en estado puro. Si Kampala tuviese un corazón, desde luego sería este. La gente no para, compra, vende, grita, esquiva coches y boda-boda, regatea el precio y, por lo general, obtiene una compra satisfactoria. Aquí no hay descanso, solo el olor de la fruta fresca o la mezcla de especias que flota en el ambiente permiten tomarte un respiro.
Saliendo del mercado he pillado a un chaval –no tendría más de 15 años- birlandome la cartera. Ya me había quitado el móvil y ni me había dado cuenta. Al pedirle que me devolviese mis cosas sea negado y he tenido que echar mano de la navaja y amenazarle. De nuevo tengo mi móvil, mi cartera y una sensación muy fea en el estomago. Ser un muzungu a veces no es divertido.
El primer contacto con los americanos –Zach y dos amigos suyos- no me ha dejado una buena sensación. Zach es un tipo serio, pero agradable; un poco cínico… quizás sea demasiado ”todo” para sus 26 años (my God!, se casa en Noviembre): demasiado serio, demasiado responsable, demasiado cínico, demasiado católico, demasiado grande –mide mas de dos metros-… pero un buen tipo, sin duda.
Sus amigos (uno se ha ido ya, el otro va a estar una semana más en Kitgum) me recuerdan demasiado al prototipo de joven americano de las pelis –no dejo de pensar en American pie-, pero es que les viene al pelo. Uno, el que se ha ido, no paró de preguntarme acerca de que tal se me daba preparar burritos, del impacto de Simón Bolivar sobre la sociedad española o de si en España seguía habiendo rey. Lo que menos me gusta de ellos es que ponen nacionalidad a todo (“This indian food”, “that german”, “this nigger”…) ¿Será por que ellos no tienen una cultura propia?.
KITGUM.
El colegio está bien, pero igual no es como me los esperaba. Aquí la gente va muy a su bola. Es verdad que Teddy –la directora dela escuela- está muy liada. Pero de momento, haré un esfuerzo e intentaré integrarme lo más pronto posible.
El lunes empezaré con mis lecciones de ugandan sign lenguage –el interprete me ha dicho que será mejor para mí el empezar desde cero-, para empezar a interactuar con los niños…como se nota que aquí les tienen bien jodidos (no en la escuela, por supuesto, la mayoría a parte de sordos, ciegos o discapacitados físicos, tienen un retraso mental lo que dificulta, mas si cabe, su integración en la sociedad. Es mas, a la gente le cuesta acercarse por aquí, la mayoría de los boda-boda rehúsan y la gente lo ve como un lugar de apestados). Son timidísimos y muy reacios a la gente nueva. También quiero empezar lo antes posible mis lecciones de acholi, para bajar al mercado y tratar de imbuirme un poquillo en la cultura Acholi. La situación por aquí no es para nada fácil, no sólo es la región más pobre de toda Uganda y en la que aun se sufre algún que otro ataque paramilitar, si no que, con la crisis, los precios se han disparado, por ejemplo, tanto el trigo como el azúcar han sufrido un incremento del 100% en el precio, lo que supone una subida a unos 6000 chelines(UGX) el kilo, casi unos 2 euros. Teniendo en cuenta que son alimentos básicos y que aquí el sueldo medio mensual no alcanza los 40 euros...
Por otra parte, quiero empezar mañana mismo con algunas tareas, para ir adelantándome a la vuelta de los chavales. En estos días, a parte de organizarme un poco, preparar un plan de trabajo para estos meses, priorizando objetivos en función de las necesidades y definir una línea de trabajo tanto para la producción de alimento como para las clases que se les va a impartir a los chavales mas mayores (en plan F.P), quiero hacer un inventario de las herramientas que tienen, trazar unos planos del colegio, así como de la finca a comprar, empezar a fabricar compost, esterilizar unos cuantos kilos de tierra para luego poder comparar resultados entre las plantas cultivadas en tierra esterilizada y no esterilizada, fabricar unos cuantos semilleros, clasificar las variedades de las semillas con las que voy a trabajar, talar unos cuantos arboles para poder construir el invernadero y pequeñas cositas de ese tipo. También quiero echar un ojo al trabajo que se está haciendo aquí con el horno para producir pan a pequeña escala, aunque debido a la inflación me temo que lo más rentable va a ser dejarlo (de momento, están fabricando panes muy pequeños y rosquillas tipo donuts, pero a lo africano, esto es, duros como piedras y de unos 70 gr cada uno). Quiero trabajar duro para ganarme la confianza de Teddy, aunque no sé si servirá de mucho, porque se va el martes y se va a tirar 3 semanas fuera…pero prefiero dejarlo hecho…. Se me olvidaba, también quiero aprender a tocar el afufu, un instrumento hecho con una calabaza, un mástil y una cuerda, que se toca con un arco. He localizado uno en la escuela, a ver si alguien me enseña a tocarlo –pena de no poder haber pasado mas tiempo en Ediofe con Kafefe, el me podría haber enseñado bastante bien).
Por el momento eso es todo, espero irme haciendo poco a poco a la vida en el cole, y cuando ya pueda entenderme en acholi, bajar al pueblo. Probablemente mañana o pasado pida a alguien que me acompañe para hacer un tour por Kitgum –queda a tres kilómetros de la escuela- y empezar a valerme por mi mismo.

Hasta aquí la primera crónica.